UNIDAD 4. Ética en el ejercicio de la profesión



4.1 Consideraciones generales de la ética profesional.

    4.1.1 Dimensiones e implicaciones de la ética profesional.
    4.1.2 El profesionista y su ética en el ejercicio del liderazgo.
    4.1.3 Dilemas éticos profesionales.

4.2 Códigos de ética profesionales

   4.2.1 Contenido e implicaciones de los códigos de ética profesionales.
   4.2.2 Sentido de los códigos de ética profesionales.




ACTIVIDAD

Analiza la lectura que se presenta a continuación y la del enlace, para que puedas emitir una opinion con respecto a lo que es para ti la etica profesional y los valores que influyen en ella.

LECTURA 1.

¿Qué es eso de ética profesional?

Juan Manuel Silva Camarena
Investigador de la División de Investigación de la Facultad de Contaduría y
Administración, UNAM

* Ponencia presentada en el VI Foro de Investigación, organizado por la División de Investigación de la Facultad de Contaduría y Administración, UNAM, el 5 de octubre de 2001

¿Qué es eso de ‘‘ética profesional’’? Todos, tarde o temprano, nos dedicamos a un oficio, un trabajo, un quehacer profesional... Entonces, es importante que podamos entender bien en qué sentido preciso nuestro quehacer puede ser, efectivamente, ético o puede dejar de serlo. Y por la naturaleza de este tipo de trabajo académico, sólo plantearemos algunas cuestiones esenciales para promover, con ética profesional, perplejidades e inquietudes que resulten fértiles para comprender lo que es la ética profesional.

La ética profesional no depende directamente de ciertas normas o códigos “de ética” de distintos gremios profesionales. Ella no trata sencillamente de ponernos en el dilema de cumplir o no determinadas reglas morales. Eso sucede naturalmente. Si se es hombre, es necesario elegir entre una cosa y otra (una acción u otra). Vivir es elegir. No hay salida. Estamos condenados a decidir, porque somos libres, y somos libres por la insuficiencia de nuestro ser, mencionada por primera vez en El banquete de Platón.

El comportamiento moral, y por tanto el de ética profesional, es por esencia libre, consciente y responsable de las consecuencias, independientemente de las buenas intenciones. Los códigos morales (sean de carácter social, religioso o profesional) sólo orientan, de la mejor manera que pueden hacerlo, nuestras decisiones. Éstas son las que después de haber sido tomadas sufrirán nuestra aprobación y la ajena, o nuestro rechazo y el de los demás.

Como es bien sabido, muchos quehaceres tienen sus propios códigos, reglas o normas, explícita o implícitamente expresados. Pareciera que fuera suficiente con hacer lo que ellos mandan para estar con la conciencia tranquila. Pero no. No se trata de eso. La conciencia moral nunca está tranquila frente a los conflictos morales que nos ofrece siempre el repertorio de nuestras posibilidades vitales (de nuestras posibles opciones o elecciones).

La ética, en el sentido profesional, tiene que ver íntimamente con nosotros. ¿Cómo es esto? Ella está directamente vinculada con la calidad moral de nuestro trabajo. Está implicada en el modo de llevar a cabo nuestro quehacer, e implica entrega vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica (relativa a lo que sabemos y lo que hacemos). La ética profesional es fundamentalmente un compromiso con lo que ustedes hacen, con lo que yo hago, con lo que cada ser humano hace. Este compromiso es tan profundo que en él, como dice Aristóteles respecto a las virtudes, “poco o nada” tiene que ver el saber, pues para la moral valen más los actos de justicia, templanza y la responsabilidad, y especialmente la autenticidad. Yo mismo puedo ser un buen filósofo de la ética o uno malo; todo depende de que haga bien o mal mi trabajo. Si lo hago mal, procedo inmoralmente. Es decir, sin ética profesional. En otras palabras, he sido incapaz de ponerme, como dijimos, al servicio de los intereses de mi profesión. Pero una falla profesional, es decir, una falla de ética profesional, es algo muy grave, porque en realidad el ethos profesional no permite infidelidades o violaciones: el que las comete no es un profesional en falta; simple y radicalmente ya no lo es más. Un científico que miente, no es un hombre mentiroso, sino alguien que ya no es un científico; un médico que se pone al servicio de la muerte, deja de ser un médico, aunque siga teniendo su título en una de las paredes de su consultorio.

Hay algunos ejemplos de la vida cotidiana que nos pueden servir para entendernos mejor.

Por ejemplo, el japonés que ustedes han visto en el cine (o en Japón) que puede pasar una vida entera dedicada a producir un producto perfecto, como el tallado de una espada o una lente. Lo mismo hace un ebanista, un escritor, un pensador. Cualquiera. Toda su vida la puede “gastar” haciendo bien lo que hace. La ética del trabajo le obliga a desear sólo que quede bien hecho lo que hace.

Por otra parte, seguramente conocen la expresión de que ‘‘la función tiene que continuar’’.

Con ética profesional, con ética del trabajo en todos los campos, no sólo en el teatro, ‘‘la función tiene que continuar’’. ¿Y qué quiere decir eso? Normalmente cuando hablamos de que la función tiene que seguir adelante, hablamos de que independientemente del estado de ánimo, de lo que nos sucede internamente, de nuestra situación económica, de lo que está sucediendo en el mundo en ese momento (que inclusive puede ser algo muy grave), la responsabilidad profesional nos obliga a hacer nuestro trabajo como siempre, de una manera tan bien hecha como la tenemos que hacer en cualquier ocasión, pase lo que pase.

Entonces, en pocas palabras, y definiéndola rigurosamente, la expresión ‘‘ética del trabajo’’ significa, dentro de cualquier forma de praxis, un compromiso ineludible con nosotros mismos de hacer bien las cosas, un compromiso que no se puede dejar de cumplir, porque tiene que ver con un compromiso con nuestro propio ser, que nos hace más o nos hace menos, nos hace mejores o nos empeora, nos enriquece o nos empobrece en nuestro propia naturaleza.

Queda claro. La ética del trabajo es un compromiso ineludible, un principio que no se puede violar, una lealtad que no se puede abandonar, que no se puede defraudar. ¿Y por qué no? Si algún día estoy de muy mal humor, o sufro el dolor del abandono de mi pareja, o el del duelo de la ausencia de un ser querido, o me siento físicamente mal, podría decir: ahora no trabajo, o si lo hago, lo haré como pueda, como sea. Pero la ética del trabajo, con su poder ontológico sobre nuestro propio ser, nos lo impide. No se puede, por razones éticas, hacer mal lo que se hace. Y damos por supuesto que en el mejor de los casos siempre se hace lo que se puede.

http://invesmer.tripod.com/eticaprofesional.pdf



LECTURA 2.

Elementos significativos de la ética profesional.